Si hacemos una simplificación (exagerada) y desagregamos la economía chilena en dos grupos: minería y no-minería, podemos afirmar que este último sector aportará aproximadamente entre 60% y 70% al PIB chileno en las próximas décadas. Este alto porcentaje del PIB estará fundamentalmente relacionado con la logística debido a las características topográficas y de especialización de la economía chilena; es decir, la mayor parte de nuestro desarrollo económico estará indexado con el movimiento de mercancías.
Cabe preguntarse, entonces, si el desarrollo logístico nacional será un impulsor o una carga para las expectativas de desarrollo puestas en la producción nacional. Esta pregunta, imposible de responder hoy con certeza, puede abordarse representando la realidad chilena como función del desarrollo de algunos ejes prioritarios. Para ello tomaremos solamente cinco ejes prioritarios y veremos de qué forma el fortalecimiento de estos ejes podría cambiar el entorno socio-económico chileno y el escenario de productividad esperado.
Ejes fundamentales
En primer lugar, el eje Gestión Portuaria Integrada ha demostrado ser, a nivel mundial, un pilar fundamental de crecimiento y eficiencia en el transporte internacional y, por ende, un facilitador del comercio global. Esta gestión es muy compleja y parte por el desarrollo de los Port Community Systems (PCS), que involucran sofisticados sistemas tecnológicos pero, por sobre todo, involucran un nuevo sistema de procesos de comunicación y transacción entre los incumbentes de un sistema de transporte de mercancías.
Esto involucra la relación del nodo portuario con su zona de influencia interna (Hinterland) e idealmente con sus zonas de influencia externa. Chile ya ha avanzado en iniciativas de PCS en algunos puertos y habrá que avanzar en el modelo de procesos a seguir (más allá del tipo de proveedor de tecnología que funcione en cada nodo específico para garantizar competencia e independencia).
El segundo eje fundamental es la Adopción de Tecnologías Avanzadas. En esta categoría se enmarcan tanto las iniciativas de telecomunicaciones como las de transferencia de carga, alineadas con una facilitación del control de las condiciones laborales y ambientales emanadas de las operaciones portuarias.
Este eje tiene un buen futuro esperado debido a que las expectativas de los sectores público y privado están relativamente alineadas y los modelos de gestión imperantes favorecen la adopción temprana de tecnologías en los nodos portuarios más demandados. El desafío está en otorgar las condiciones para que todos los nodos portuarios puedan alcanzar niveles competitivos respecto de sus operaciones.
El tercer eje es la Gestión de Eventos de Emergencia. Hoy la eficiencia portuaria va más allá del mero control que tenga su autoridad sobre el movimiento de carga a través de sus instalaciones. La operación se amplía a todo un conjunto de corredores logísticos, que deben funcionar con garantía de fluidez durante el año. Así, la gestión de los eventos extremos (desastres naturales, actos terroristas, paralizaciones, etc.) afecta significativamente la eficiencia esperada del flujo de mercancías.
Algunos de estos eventos son posibles de anticipar, pero muchos otros no lo son. Para los eventos predecibles, la autoridad debe tener un mapa de riesgos y de cursos de acción posibles. Para los eventos más impredecibles (por ejemplo desastres naturales) es necesario contar con planes de contingencia que no solo abarquen a la protección civil (objetivo primordial) sino también la protección comercial de los flujos de mercancías comprometidos.
El cuarto eje es la Formación de Capital Humano Avanzado. El país ha realizado grandes inversiones en la formación de expertos en temas como finanzas, minería, astronomía u otros, pero ha estado al debe en la formación de profesionales en el transporte de mercancías. Esto último es una condición sine qua non para la eficiencia logística.
La gran mayoría de los profesionales que hoy trabajan en el sector logístico proviene de áreas ajenas a la logística, habiéndose formado en el ejercicio práctico de esta labor. Es muy riesgoso apostar a que el soporte técnico de una actividad como la logística (con su altísima proporción de aporte al PIB) esté tan poco profesionalizada. Esta brecha es hoy uno de los principales focos de ineficiencia sectorial.
El quinto eje es el desarrollo de un marco institucional potente para la articulación público-privada. El Estado, como garante de las reglas del juego, debe contar con las atribuciones legales y capacidades técnicas para facilitar el camino a la eficiencia logístico-portuaria, a la vez que impida la existencia de externalidades negativas y la captura monopólica de aspectos relacionados al transporte de carga.
Hoy pareciera ser que las funciones del Estado son frágiles a este respecto. Una posible explicación es la larga lista de tareas que el Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones debe tender en su labor diaria. En efecto, los problemas del transporte público de pasajeros parecieran consumir una gran porción de los recursos humanos y materiales disponibles por el Estado y, como consecuencia, las actividades propias de la logística y el transporte de carga no gozan de una prioridad acorde a su impacto económico (recordemos que el transporte de carga tiene un impacto mayor que su contraparte de pasajeros como contribución al PIB).
En la medida que estos cinco pilares se aborden en forma conjunta, Chile podrá asegurar que su sistema logístico-portuario será un motor de desarrollo futuro.( Fuente: El Mercurio )