Julio Wright. Enviado Mina San José, Chile, 9 Oct (Notimex).- La Mina San José, donde 33 mineros quedaron atrapados en 2010 por espacio de 70 días, se resiste a morir en el olvido. Cada piedra de este yacimiento es un constante recuerdo de que hace cinco años lo imposible fue logrado gracias a que se aunaron voluntades y se reunieron a expertos que diseñaron los planes de rescate. Un letrero verde a un costado de una estación de gasolina, en plena Carretera Panamericana, marca el inicio de la ruta C-351, perteneciente al “Circuito Los 33”, que lleva tras 35 kilómetros de recorrido al yacimiento donde se produjo la tragedia, a las 14:30 horas locales del 5 de agosto de 2010. A esa hora, un derrumbe en una de las galerías de la mina de cobre y oro dejó atrapados a 32 chilenos y un boliviano a unos 700 metros de profundidad, sin comunicación alguna con el exterior hasta el 22 de agosto, cuando una de las sondas llegó al lugar donde estaban refugiados. Colorearon la punta de la perforadora, golpearon el tubo de metal y le amarraron mensajes, uno de ellos el más famoso y que dio la vuelta al mundo: “Estamos bien en el refugio los 33”, tras lo cual se activaron los planes para sacar a los trabajadores de las profundidades de la tierra. Han pasado ya casi cinco años del rescate, los que se cumplirán el próximo martes y sin la presencia de los mineros, quienes desde la víspera, por separado, comenzaron a viajar a Europa para reunirse el próximo miércoles con el Papa Francisco y ver la película “Los 33”. Dos letreros, uno al inicio de la ruta y otro al ingreso del camino a la mina, señalan la dirección que se debe tomar para llegar a San José, la que se ubica en un agreste valle donde sólo es posible ver vegetación típica del desierto, arena, tierra, piedras por doquier y torres de alta tensión que llevan la energía a los yacimientos de la zona. A poco camino, toneladas de piedras molidas provenientes de la actividad minera marcan la entrada al yacimiento, junto a un letrero donde dice que el recorrido turístico sólo se realiza entre jueves y domingo. Los visitantes son recibidos por un cuidador del lugar, quien lleva trabajando una semanas junto a uno de “los 33”, Jorge Galleguillos, el minero rescatado en el lugar 11 que asumió como una tarea personal rescatar este sitio histórico para que no pase al olvido. Desde un mirador, que al momento de la tragedia fue usado como tribuna por los medios de comunicación, se pueden observar los diferentes hitos del rescate, desde la ubicación del llamado “Campamento Esperanza”, donde estuvieron los familiares de los mineros, hasta el lugar por donde fueron sacados los 33 trabajadores mediante una cápsula metálica bautizada “Fénix”. La historia del rescate está claramente explicada en paneles, incluyendo la cronología de todos los trabajos que realizaron chilenos y extranjeros para regresar con vida a los mineros, quienes sólo contaron con alimentación y agua potable desde el 23 de agosto, un día después que la excavación de un estrecho ducto diera con el lugar donde estaban reunidos esperando ayuda. Aquel sondaje, conocido como “La Milagrosa”, permitió luego enviar alimentos, mensajes, ropa, medicamentos y agua potable a los atrapados mediante “palomas”, tubos de plástico acondicionados con tapas que eran bajados a las profundidades del yacimiento todos los días. Un segundo sondaje, ubicado cerro abajo respecto del primero, permitió introducir la “Fénix” hacia el interior de la tierra, en la primera oportunidad con un rescatista profesional que estuvo a cargo de la operación desde el lugar de la tragedia. Para muchos, recorrer la Mina San José asemeja casi a un santuario, donde Dios estuvo presente para salvar con vida a 33 trabajadores tras 70 días atrapados a 700 metros de profundidad, con una temperatura ambiente que superaba los 30 grados centígrados. Por eso, los visitantes recogen piedras, se toman fotografías (muchas selfies con la mina de fondo) y reflexionan respecto a lo duro que debe haber sido la experiencia de aquellos 33 hombres, más aún cuando muchos “expertos” los dieron por muertos a pocas horas del derrumbe. Incluso las autoridades de la época, del gobierno del presidente Sebastián Piñera (2010-2014), llegaron a decir en forma pública que las esperanzas de encontrar con vida a los mineros eran “hoy menos que ayer”, lo que desesperó a los familiares de los atrapados, quienes pedían “menos ingenieros y más mineros” que ayudaran al rescate con la experiencia de trabajo de estos últimos al interior de los yacimientos. Hoy, a cinco años del rescate, la historia se niega a morir y se mantiene viva en las entrañas de la Región de Atacama, a 916 kilómetros de Santiago, en medio de un desierto que fue protagonista de una de las historias de salvataje más importantes de los últimos tiempos y cuyos detalles se niegan a quedar en el olvido. NTX/I/JWN/CMV/
Mina San José, se resiste a morir en el olvido
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