La épica historia, celebrada mundialmente como un canto a la unidad y la amistad, se ha ido transformando en este tiempo en historias de éxito, como la de Mario Sepúlveda, próspero empresario de la construcción y dueño de una fundación social.
Pero también de fracaso, frustración y celos por no haber sabido capitalizar la fama mundial que les propició el accidente, como es el caso de muchos de ellos.
«Desde el comienzo nos sentimos abandonados. Y lo digo porque soy la que vivo día a día con él en estos años de angustia, de ver cómo se deprime por no conseguir trabajo, por sentirse estafado», reclama a la AFP Jessica Cortés esposa de Víctor Zamora, uno de ‘Los 33’.
Para Zamora, su esposa y dos hijos -de 4 y 9 años- el final feliz de esta historia de sobrevivencia seguida en todo el mundo y que hoy vuelve a centrar la atención con el estreno en Estados Unidos de la película de Hollywood «Los 33», es un recuerdo lejano.
Otras tragedias familiares posteriores, como la vivida en marzo pasado después que un inusual temporal que azotó el norte de Chile los dejara en la calle, obligaron una vez más a esta familia a levantarse.
Con una casa obtenida en un plan social, una pensión concedida por el gobierno a los 33 mineros de unos 450 dólares y algunos trabajos casuales, Zamora se enfrenta a las mismas penurias que vivían antes del accidente en la mina.
Para algunos «fue difícil conseguir trabajo porque los mineros éramos un hierro caliente», comentó a la AFP Luis Urzúa, líder del turno aquel 5 de agosto de 2010, cuando un derrumbe lo sepultó a él y a sus compañeros en el fondo de la vieja mina de cobre San José, en el desierto chileno.
Para el psicólogo Alberto Iturra, que los asistió la mayor parte del tiempo que estuvieron encerrados a más de 600 metros de profundidad, los mineros «han sido marcados negativamente como trabajadores, porque se estima que en cualquier minuto van a pedir licencia, van a dejar de trabajar o lo que es peor, no van a soportar el estrés».
Urzúa, el último de los mineros en ser rescatado, reconoce sin embargo que algunos de sus compañeros lograron ubicarse en la gran minería y viven mejor que antes de la tragedia.
En su caso, estuvo mucho tiempo desempleado hasta que recientemente se sumó al equipo de trabajo del Servicio Nacional de Geología y Mineríade Chile.
«Cada compañero tiene una historia, lo vivió a su forma», dijo la AFP Sepúlveda, el minero más carismático del grupo, que en la película «Los 33» es encarnado por el español Antonio Banderas.
Roces por diferencias a la hora de encarar el contacto con los medios saltaron en el inicio, para luego dar paso a una severa diferencia en la forma de abordar el tema contractual con los derechos de su historia.
Liderados por Urzúa, nueve de ellos presentaron la semana pasada una demanda por estafa contra los abogados que administran los derechos de autor de su historia.
Los demandantes creen que los abogados aprovecharon la confusión que vivían a la salida de la mina para hacerlos firmar contratos que los dejan fuera de la mayoría de las ganancias surgidas de la comercialización de la película protagonizada por Banderas y el libro «Deep Down Dark («En la oscuridad», en español de Héctor Tobar)».
Pero no todo son sombras. Tras el electrizante rescate que se concretó el 13 de octubre de 2010, que fue retratado minuciosamente por los medios de todo el mundo, el grupo vivió su momento de gloria.
La mayoría viajó por el mundo contando su historia y cada uno recibió 7.000 dólares de regalo por parte de Leonardo Farkas, un excéntrico empresario minero chileno.
Sin embargo, la historia más maravillosa llegó gracias al amor que tocó la puerta del minero Daniel Herrera.
Una mujer alemana siguió por televisión el rescate y se enamoró de él. Lo contactó a través de las redes sociales y terminó casándose con el minero. Hoy ambos viven felices en Chile.
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