Las historias de la Mina San José y los «33 de Atacama»: un atractivo turístico en el corazón del desierto

Tras cruzar la ciudad de Copiapó y conocer el Museo Regional donde descansa la cápsula Fénix-2 y la famosa nota de “estamos bien en el refugio los 33”, nos internamos por el desierto más árido del mundo. Fuimos a conocer la Mina San José, lugar conocido a nivel mundial por ser el escenario donde se realizó el rescate de un grupo de trabajadores que quedó atrapados bajo piedras, roca y tierra, convirtiéndolo en uno de los hitos más importante y mediáticos de la historia minera mundial. Se trata de la hazaña de los 33 mineros que permanecieron sepultados por setenta días a 720 metros de profundidad y que fueron extraídos de la tierra en uno de los rescates más exitosos a nivel internacional.

La mina San José está ubicada a sólo 45 kilómetros al noroeste de Copiapó, y para llegar a ella emprendemos rumbo por la carretera Panamericana Norte hasta la ruta C-237. Un pequeño valle nos llama la atención. Ver verde de en pleno desierto es indiscutiblemente poco común, más aún al contrastar cultivos de parronales y olivos con las extensas dunas de la zona. Ya internándonos por la vía en dirección a la Mina Galleguillo un letrero anuncia la ruta turística del de los 33 mineros. Nos encaminamos por una ruta de tierra y asfalto adornado por los distintos colores que toma el desierto en los arenales. Vamos camino al mineral.

Fue ahí cuando comprendimos por qué el Desierto de Atacama es el más árido del mundo. Por supuesto, si emprendes esta aventura es imprescindible llevar agua, bloqueador solar y suficiente combustible.

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A mitad de camino el calor aumenta, sin embargo, el paisaje se ofrece para tomarnos hermosas fotografías que de fondo muestran formaciones montañosas, campos dunares del denominado “Mar de Dunas”, con postales que muestran el esplendor de estos terrenos yermos. Según nos explicaron en la Oficina de Información Turística, se trata de un sector muy atractivo donde frecuentemente se reúnen fanáticos del cuatro por cuatro a realizar distintas maniobras sobre la arena y por donde pasó el Dakar siete años consecutivos. Nos prometimos volver.

Ya en la Mina San José nos recibe don Luis Egaña, uno de los cuidadores del lugar. Amablemente nos abre las barreras emplazadas en el sector, permitiéndonos el paso para caminar al interior del recinto. Este hombre comenta que para él ha sido enriquecedora la experiencia de compartir con la gente que visita el yacimiento, agradeciendo la oportunidad que le ha dado Jorge Galleguillos, el minero número 11 en salir a tierra a bordo de la Cápsula Fénix-2. Galleguillos es el actual encargado, en calidad de anfitrión, de realizar el recorrido que ofrece el Centro de Interpretación que el Servicio Nacional de Turismo instaló en el terreno. Su misión es relatar la sucesión de acontecimientos enmarcados en el contexto del rescate.

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La explotación de la mina data desde 1890, siendo de las más ricas Atacama con la producción de plata, oro y cobre. Desde el año 2000 en adelante que el yacimiento registraba accidentes, siendo clausurada en el año 2007 luego de un derrumbe en que un minero perdió una pierna. Fue reabierta el 2008 con autorización de Sernageomin.

En el lugar hay un mirador desde el cual comenzamos a observar los ocho hitos que señalan la posición del campamento; la entrada al mineral; el primer sondaje que hizo contacto con los mineros y la de comunicación. Cada uno cuenta con un panel de información para recrear la historia de todo el operativo. El lugar exacto del rescate; la sonda que transportó el mensaje “Estamos bien en el refugio los 33″; además del hospital y el helipuerto. En el pasillo del mirador también encontramos elementos originales utilizados en la “Operación San Lorenzo”.

Luego, nos acercamos al lugar donde estuvo emplazado el campamento Esperanza, sitio donde se vivieron las emociones más intensas de la víspera del rescate de los 33 mineros de la San José. La nostalgia nos invade y nos hace recordar que ahí había una verdadera ciudadela. Hoy, no hay ni siquiera señal para celular, pero en aquellos días estaban presentes todas las compañías de teléfono comunicando aal mundo entero. Como no recordar que hasta el conocido “hombre del cartel” estaba en el lugar. Heladeros, comerciantes, pastores, sacerdotes, políticos y mineros. Periodistas de todo el mundo cubrieron el rescate. Según dicen fue uno de los eventos más vistos en la historia de la televisión mundial y que ha despertado nuevamente el interés internacional tras el estreno de la película que recrea los hechos allí ocurridos; los cuales dotan de un aura espiritual a este yacimiento inserto en la soledad del desierto.

Y ahí, en ese mismo lugar que provocó llantos, angustia, debate, emociones y alegría, hoy descansan los recuerdos de una vorágine que duró poco más de dos meses.

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El rescate inspiró el rodaje de la superproducción “Los 33”, film dirigido por Patricia Riggen y que contó con la actuación de estrellas como Antonio Banderas y Mario Casas. La cápsula Fénix-2, vestimentas y elementos originales del rescate se encuentran en el Museo Regional de Atacama. Otros objetos fueron rematados por el empresario Carlos Cardoen para crear la sala “El Gran Rescate” en el Museo de Colchagua.

Es aún más conmovedor ver flamear en medio de la meseta y el silencio de Atacama las 32 banderas chilenas y la bandera boliviana correspondiente al minero Carlos Mamani. Un impresionante monolito de piedra con una cruz y un libro con el Salmo 23 nos regala otra postal del rescate. Eso sí, nada comparado con el acceso a la mina y el enorme túnel que, bloqueado solamente con unas rejas artesanales de fierro, despierta inmediatamente nuestra curiosidad por entrar, lo cual por razones de seguridad no está permitido. Pero el solo hecho de estar en ese lugar que se convirtió en el centro del planeta por unas semanas nos llenó el espíritu y nos permitió admirar la zona cero de lo que fue el escenario de un verdadero milagro.

Volvemos a despedirnos de don Luis, quien cordialmente nos ofrece un refrescante vaso con agua. Nos reintegramos a la ruta que nos trajo hacia acá, esta vez con rumbo al oeste, hacia la costa donde a pocos kilómetros se encuentra el puerto de Caldera, lugar ideal para ver la puesta de sol.( El Mostrador)

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