Por: Patricio Fuenzalida – BCH CONSULTING CHILE
En Chile, el pasado lunes, 10 de julio de 2017, su Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, presenta un nuevo ajuste a la baja del crecimiento esperado del Producto Interno Bruto (PIB), pasando desde un 2,25% a un 1,5% para el año 2017 -si bien el ajuste puede reflejar la actual situación de economía a la baja en el crecimiento- ésta es la tercera corrección anual a la baja que ocurre, siendo este mismo ministro los años 2015 y el 2016 quien debió salir también a corregir las proyecciones a la baja para los segundos semestres respectivos; sobre el anunciado crecimiento para el año 2017, su baja fue anunciada anticipadamente en abril por el BID y ésta ratificada en Junio por el FMI, a ellas se debe sumar la consideración de la visión de la entidad analista de riesgos de inversión internacional Moody´s Analytics, quien agregó en febrero de 2017 que “…La debilidad estructural del crecimiento en Chile no se resuelve con Políticas Expansivas” a su vez que “…recuperar la confianza privada –y con ella la inversión- es la única fórmula para generar un crecimiento saludable”.(1)
Por lo tanto, la situación no deja de ser contradictoria, ya que las promesas o apuestas sobre el crecimiento económico(2) del gobierno de Michelle Bachelet hoy se repliegan respecto a los resultados obtenidos, principalmente por una reforma tributaria que simple y llanamente no recauda lo mínimo que su estado requiere. Los actuales índices de actividad económica se suman a una tendencia a la baja que desde el año 2013 a la fecha reflejan el actual escenario económico que vive Chile, en donde por primera vez en 40 años crece menos que el resto del mundo y de sus vecinos inmediatos. Lejos están aquellos momentos en donde el crecimiento económico e índices de inversión lideraron Latinoamérica; por otro lado, la tasa de desempleo bordea el 7% en el primer semestre 2017.
Los índices de inversión minera vienen a la baja, desde 1989 al 2013 la inversión minera cayó en 9,1% promedio anual agudizándose entre 2013 y 2016 en un 11,4% promedio anual. Esta caída afecta el resto de la economía por su mono indexación al cobre, sin embargo, no es evidente que éste desplome sólo sea atribuible a efectos externos, dado que los efectos del rumbo político son parte del modelo de economía abierta que sensibiliza el riesgo de las inversiones.
Según nuestro análisis de 2016, se podrían explicar la baja por cuatro razones, que presentamos en orden de aparición:
1) Factor Político: Un efecto de la Incertidumbre 2013 que se inicia con un bajo nivel de electores por el voto voluntario (votaron 6,6 millones vs 13,4 millones del total padrón electoral) marcado con un previo ambiente de anuncios de cambios profundos, que se iniciaron con las Reformas Tributaria y Laboral, los que afectaron directamente la percepción del riesgo de la inversión.
2) Precio Internacional del Cobre: Freno global de la economía por la caída del consumo de China, y su efecto en Chile por su bajo consumo de cobre. (El año 2015 se estimó en US$ 43.023 millones la suspensión de proyectos mineros en Chile)
3) Estabilidad Regulatoria: Anuncios de cambios estructurales y en particular sobre tasa impositiva al sector minero.
4) Costos de Extracción: Factor geológico, altos costos de mano de obra, incertidumbre en negociación por términos de conflicto (sindicatos).
Bajo el análisis 2016, de la encuesta canadiense Fraser Institute, se concluyó que Chile registró una estrepitosa caída entre las jurisdicciones más atractivas para la inversión minera en el mundo, saliendo de ser un “Top Ten” a caer 28 puestos hasta ser el número 39. En la misma encuesta, la minería chilena del año 2013 obtuvo el 4to lugar, el 2014 el 9no y en el año 2016 frente al criterio “regulaciones laborales” ocupó el puesto 71 entre las 104 zonas atractivas mineras mundiales.
Cuando se habla de Chile, existe la tendencia a pensar que el actual modelo económico predominante es el neo-liberal, sin embargo, los últimos resultados político-económicos demuestran que existe una tendencia al “cambio del modelo”. Chile por su capacidad productiva instalada, sus socios comerciales y la educación de quienes hoy lideran el modelo económico, debería concluir que existirá una dinámica económica más alta en el corto plazo, pero la evidencia es que los efectos del cambio político-económico “necesario o no” (3) el cual apuntó a mejorar las condiciones sociales, partieron por una reforma tributaria que en estricto rigor (y que en un gran resumen) fue el de subir los impuestos, sin embargo, los efectos de recaudación no lograron el resultado deseado, esto fue advertido por analistas económicos chilenos principalmente por el efecto que causaría en los grandes inversores quienes tienden a internalizar los ciclos económicos anticipadamente y que en este caso particular frenaron su inversión, agudizando así los efectos del cambio propuesto por el actual gobierno descapitalizando su reputación sobre su capacidad de gestionar los grandes temas del país, prueba de ello fue la baja aprobación que les impidió presentar un candidato a la votación en las primarias del 02 de julio de 2017.
El plan de reformas propuesto, puede ser considerado como un acto cívico que trató de ajustar mediante políticas de shock los prometidos y rezagados ajustes sociales, sin embargo, ni el camino ni su paradero terminó siendo el deseado. Entonces, surge una gran pregunta; ¿qué pasó con la bonanza y la actividad económica?, la respuesta al parecer no es de carácter económico ni político, teniendo este gran frenazo económico su origen en una profunda crisis de confianza que incluso se bate en lo intrínsecamente valórico. Ésta crisis de confianza, comienza indirectamente en la cabeza del gobierno, lamentablemente gestada en su círculo más cercano (en su propia familia) quienes organizaron negocios sin ningún tipo probidad administrativa; luego ésta bola de nieve arrastrará a otros directivos de su estamento y núcleo político más cercano, pero las irregularidades a nivel de estado se abrirán en investigaciones que incluirán a ministros del gobierno anterior. Finalmente, se comprueba un tema central como es el que “los partidos políticos chilenos son corporaciones de inversión” que rentan en bolsa y tranzan sus valores en las empresas que justamente deben ser reguladas. Por otro lado, tanto la cámara alta como la baja no podrán eludir la responsabilidad por las leyes que beneficiaron a grupos económicos, siendo el ícono de ésta situación “La Ley de Pesca”.
En estos momentos en Chile, no existen claras diferencias entre servir o servirse del estado, en donde la probidad del servicio público queda como un recuerdo de los años 50´s en donde la derecha y la izquierda poseen un común denominador que es “los escándalos de corrupción”. El hecho más complejo de explicar es “la disociación entre la Política y la Problemática Social” en donde las expectativas de un Chileno común no tienen mucho que ver con los resultados las políticas aplicadas, un ejemplo de ello, es como un Chileno Cesante que se ve sin medios ni oportunidades tiene a su disposición créditos que sobrepasan su capacidad de endeudamiento y que en el mejor de los casos su emprendimiento se enfoque a los servicios, al retail y no a la generación de producto. Por otro, el estilo que predomina en la política, es el de legislar sin una consulta cívica y en donde “Los Candidatos” sólo aparecen al momento de conquistar votos y/o enviar desfasadamente un tuit.
A la situación, se suman acciones de prensa que sin ningún tipo de independencia (prensa que es controlada principalmente desde la banca) fomentan o crucifican las tendencias que de algún modo favorecen o rechazan el actual modelo económico que a todas luces hace intentos por mantener sus buenos tiempos, intentos que hoy parecen más un estertor frente a las opiniones de comunidades e individuos que tienden a analizar los interéses de quienes están detrás de las noticias, evidenciando intuitivamente que en ocasiones, si bien no se falta a la verdad, ésta se presenta a medias o bien con colores. Éste punto quizás sea el más grave, porque la verdad no tan sólo importa, sino que es el principal activo del modelo económico y de cualquier interacción humana basada en la confianza.
Adicionalmente, son varios los personeros de instituciones chilenas que se ven cuestionados en su probidad, incluso las grandes instituciones que parecían ser la estabilidad del estado, se han visto defalcadas por alguno de sus miembros; los máximos entes reguladores (que por lo demás todo modelo requiere para su ajuste y mejor funcionamiento) se han transformado en un rincón de disputa de política contingente y no de política de estado, debido a que se han integrado políticos por decreto y han pasado por alto las carreras funcionarias de los miembros de cada una, se evidencia un blindaje político para tratar de mantener posiciones ideológicas dejando fuera sus competencias o la búsqueda de los mejores de cada institución.
Desde el punto de vista valórico -moral y ético- al parecer algunos líderes de la sociedad chilena, se han quedado sólo con los títulos de estos libros más que con su doctrina ya que incluso algunos de quienes más deberían profesarlas y que están ligados a promover la fé han sido cuestionados directamente por escándalos de conductas ímprobas.
Asimismo, la temática sexual de identidad género se ha transformado en un punto de vista que divide, enfrentando a tolerantes e intolerantes o conservadores, ambos extremos han capturado este tema desde un punto de vista radical pasando por el alto el valor de la persona, el respeto entre ellas, el derecho a su opción y su capacidad de discernimiento o el interés legítimo o no de cualquier persona sobre el mismo tema que por lo demás en la realidad práctica siempre ha existido.
La tecnología se suma como un factor adicional al cambio, modificando la manera de hacer negocios e inclusive el modelar los mismos, es el innovador uso de las tecnologías de la información que ha entrado al país para quedarse evidenciando que el actual modelo económico en Chile sufrirá un ajuste mayor, el cual evidencia que se está quedando atrás en su regulación o ajustes de exigencias de un modelo tradicional versus el nuevo que se impone.
Así, el escenario económico no vislumbra un horizonte claro, sólo se divisan nubes de cambio y muchas al parecer serán tormenta, pero esta vez sin la capa de “La Confianza”.
Finalmente, quisiéramos aportar ante la situación actual que “la búsqueda de la verdad consigo mismo”, “el respeto hacia el otro”, “el ser conscientes que nuestro trabajo (cualquiera sea) es valioso porque nos permite compartir con otras personas” y que “su resultado tiene un mundo de posibilidades” con éstas convicciones practicadas individualmente podremos lograr naturalmente esa necesaria “unión de grupo” y con ella volver a confiar, primero en nosotros mismos para así permitirnos discernir entre la mentira y la verdad.
[1] Diario Financiero: Entrevista a Director para Latinoamérica Alfredo Coutino de Moody´s Analytics.
2 Promesas o apuestas, ya que no se aprecia un cálculo serio de estimación de los efectos de sus políticas.
3 Educación en Chile: Las actuales reformas de Bachelet que en este último período se legislaron, tienen su origen y se asocian al programa inconcluso del Presidente Allende de los años 70´s. A su vez, una de las principales demandas sociales fue “Educación pública, gratuita y de calidad” la que se enfrentó a su promesa de campaña “Educación Gratiuta y de Calidad”, y que en sólo al 2014 la educación en los colegios públicos cayó un 35%. Y a la fecha son 113 los establecimientos que han solicitado su cierre y 466 los que solicitan transformarse en sociedades sin fines de lucro para evitar su cierre, siendo 45 los que cerrarán o bien se transformaran en privados para evitar su cierre. Lo anterior, está muy lejos de ser una promesa cumplida sean gratuitos o de calidad. Sin embargo, fue en el Gobierno anterior (Piñera) en donde el concepto de “derecho a la educación” se introduce para ser legislada como “Bien de Consumo” y en donde la actual tendencia (no moda) al cierre de colegios comenzó.