Lo curioso es que no hay un nexo tan evidente entre el religioso y la actividad minera.
En Chile la actividad minera constituye un pilar de la economía, por lo que el Día del Minero es celebrado cada año por los trabajadores del rubro. Se celebra el 10 de agosto en honor a San Lorenzo, patrono de la minería, un sacerdote español que vivió en Roma durante el siglo III d. de C. y que dedicó su vida religiosa a la administración de los bienes de la Iglesia.
Cuenta la leyenda que el emperador de la época, Valeriano exige a la Iglesia la entrega total de sus bienes y dicta la muerte del Papa Sixto II. El cuidador de los tesoros de la Iglesia, Lorenzo, fue mandado a apresar por el Emperador y le exigió la entrega de todos los tesoros ricos en oro y plata. Pese a correr peligro, el diácono le pidió tres días a la autoridad para reunirlos. Entonces Lorenzo, desobedeció la orden del Emperador y enterró los metales preciosos y demás objetos de la Iglesia. En lugar de los objetos materiales, Lorenzo reunió a los pobres, ancianos y enfermos y los presentó ante Valeriano como el verdadero tesoro de la Iglesia.
Cuando el Emperador se vio burlado por Lorenzo se llenó de ira y decidió un castigo ejemplar condenándolo a morir en una parrilla ardiente, el 10 de agosto. A pesar de la horrible sentencia, se dice que San Lorenzo permaneció sereno y nunca reveló el lugar donde había escondido el tesoro.
No existe claridad respecto del momento en qué San Lorenzo se convierte en patrono de la Minería, sin embargo se deduce que debido a que enterró tesoros de preciosos metales, se relaciona directamente con el trabajo que a diario realizan los mineros.
La creencia en este santo se instala en nuestro país con la fundación de la ciudad de Tarapacá. Los mineros prontamente se hicieron cargo de la celebración del santo construyendo un templo, participando activamente de sus celebraciones y peregrinando a esta ciudad cada mes de agosto.( El Tipògrafo)