El 5 de agosto de 2010 ocurrió un derrumbe en la mina San José región de Atacama, en el norte de Chile, quedando atrapados 33 mineros a 720 metros de profundidad por 69 días.
Como se recordará las labores de rescate se iniciaron esa misma noche, pero 2 días después ocurriría otro derrumbe en la mina, haciendo que se necesitara maquinaria pesada para poder formar una chimenea de ventilación. El 22 de agosto fueron encontrados con vida los 33 mineros, lo que generó la idea de crear un plan de rescate.
Luego de 33 días ininterrumpidos de excavación se anunció el 11 de octubre que iniciaría un plan de rescate para los mineros, el cual iniciaría el miércoles 13 de octubre a la medianoche, tardaron una hora aproximadamente rescatando a cada minero, ésta operación tuvo un costo de entre 10 y 20 millones de dólares.
Marcado con una cruz
Luego de varios días de búsqueda, no había señas de vida de los mineros, por lo que el entonces presidente de Chile, Sebastián Piñera, ordenó que se levantara una cruz en memoria de los mineros, por si acaso. “¿Qué tal si no los encontrábamos en 17 días, en 20 días, en un mes, en dos meses?”, dijo Piñera en una entrevista que dio en aquella oportunidad a Rosa Flores de CNN. “¿Qué tal si los encontrábamos y estaban todos muertos?”.
Hoy, la enorme cruz da la bienvenida a los visitantes a la mina y marca el sitio en el que los mineros creen que Dios estuvo durante su rescate milagroso.
Unos calcetines salvavidas
Un agujero de 12 centímetros de diámetro fue la salvación de los mineros, una vía para recibir alimentos, agua y provisiones. Cuando llegó la hora del rescate, les dijeron a los mineros que usaran calcetines elásticos especiales para ayudar a su sistema circulatorio. El único color que había era rosa. El médico Andrés Llarena recuerda que los mineros no querían usarlas por el color y preguntaron si podrían conseguirlas en café o en negro. “¡Pónganselas!”, les dijo Llarena seriamente.
Señales de vida
Este señalamiento es uno de los tesoros más valiosos de la casa del minero Alex Vega. Estaba bajo tierra junto con los hombres e indicaba la zona de emergencia de la mina en donde los hombres se reunieron y oraron. Ahora, la flecha apunta a la puerta principal de la casa en la que Vega vive con su familia. “Ese es mi refugio”, dijo Vega mientras señalaba a su casa.
‘Nadie se queda abajo’
Jean Romagnoli fue uno de los médicos que vigiló la salud y el bienestar de los mineros. Su trabajo era mantenerlos con vida. Su difícil tarea le inspiró a escribir en su casco: “Nadie se queda abajo”.
Los mineros llegaron a conocer muy bien a Romagnoli a través del tubo de 12 centímetros de diámetro y de 800 metros de profundidad. Él preparaba iPods con música para ellos e incluso aceptaba peticiones especiales. También grabó videos de acondicionamiento físico con la esperanza de que los mineros bajaran de peso y pudieran caber en la cápsula de rescate Fénix. Conforme los 33 hombres empezaron a surgir del subsuelo, Romagnoli les pidió que firmaran su casco.
Un regalo para el médico
Este podría ser el recuerdo más valioso de un minero chileno. Romagnoli cree que es una roca pesada, llena del oro de la mina San José. Mientras los mineros seguían bajo tierra, etiquetaron la piedra con el número 33 y se la regalaron a Romagnoli. Aunque la pesada piedra podría valer una fortuna si en efecto estuviera llena de oro, a Romagnoli no le interesa venderla. El valor personal que tiene sobrepasa su peso en oro.
Sonidos de sanación
Cuando los familiares de los mineros se dieron cuenta de que sus seres queridos estaban atrapados en una mina de oro y cobre, estallaron las emociones. Algunas esposas y madres corrieron a la mina San José y exigieron a los grupos de rescate que siguieran buscando a los mineros. Padres y hermanos trataron de romper el cerco y entrar a la mina para liberar con sus propias manos a sus seres queridos. La abuela del minero Ariel Ticona lidió con el dolor y la angustia de forma diferente. Compuso música y cantó. Cuando supo que su nieto (que estaba a punto de ser padre) podría estar atrapado en la mina, puso manos a la obra.
La cuchara salvadora
Los mineros usaron una cucharita para dividir una lata de atún entre 33 hombres. Para el 23 de agosto, los rescatistas pudieron enviar mensajes, alimentos y agua a los mineros. Antes de esto, los mineros sobrevivieron compartiendo pequeñas porciones de atún, macarela y agua que había en el refugio.
Un evento mundial
Más de 1.000 millones de personas vieron el rescate de los mineros. Es casi 10 veces más público que en el Super Bowl más visto. Los mineros tienen el Record Guinness para “el mayor tiempo atrapados bajo tierra”.
Antedecedentes Wikipedia y CNN