El género femenino comienza a posicionarse en áreas de la división demostrando productividad y equivalente capacidad para desempeñar una labor, que hasta hace muy poco, era realizada sólo por varones
Karol creció en Calama. Pasó su adolescencia con el río Loa corriendo muy cerca, mientras ella se especializaba en Mantención Mecánica gracias al Programa de Aprendices impulsado por Codelco en el Liceo Politécnico B-9 Cesáreo Aguirre Goyenechea. Escogió comenzar esa carrera, pese a que sabía que significada trabajo duro, jornadas intensas y entrar en un ámbito tradicionalmente monopolizado por el sexo masculino.
«Al principio mi papá dijo que este trabajo era de hombres», cuenta hoy desde su puesto de trabajo en Chuquicamata donde, a los 23 años, gracias a su esfuerzo y persistencia, se transformó en la primera mujer operaria de grúas Morgan.
Su padre no exageraba. Históricamente la minería se ha alejado de las mujeres. Esta segregación evidente se debe a muchos factores sociales, que por largo tiempo se maquillaron como supersticiones. En Chile, tanto en la minería del salitre en el norte, como en la del carbón en el sur, hasta hace muy poco era considerado de mala suerte dejar entrar a una mujer a las faenas. Esta creencia persiste en la minería subterránea de muchas partes del mundo: el minero identifica a la mina donde trabaja con una mujer, le otorga personalidad femenina. Por esto, dicen, es mejor mantener a otras mujeres alejadas para evitar que la mina se ponga celosa, se enfurezca y provoque terribles accidentes. Esta vieja superstición tiene versiones análogas en otros rubros que durante siglos se han distinguido por ser preponderantemente masculinos, como el de los marineros.
Pero en la minería de las últimas décadas, particularmente en Codelco, se han producido importantes avances en temas de equidad de género que han permitido que a más mujeres ingresar a la fuerza laboral de la industria. Si recién en 1996 una mujer pudo ingresar a una mina subterránea, actualmente estos centros productivos cuentan con salas de amamantamiento a disposición de las trabajadoras que requieran de un espacio adecuado para alimentar a sus hijos.
«Antes no ingresaban mujeres por miedo y por la mentalidad que tenían algunas personas, hoy me siento feliz de que esto esté cambiando», indica Karol, consciente de que, por suerte para ella y para la minería chilena, hoy en día ya no es tan fácil aceptar historias descabelladas y antojadizas como las que antaño mantenían a las mujeres alejadas de las faenas, sobre todo considerando las virtudes que las trabajadoras son capaces de aportar a una industria grande y compleja como la minera.
«Las mujeres han demostrado que cumplen bien las tareas y que de manera intrínseca tienen disciplina operacional», indica el jefe general de turno de la Fundición de Chuquicamata, Miguel Ángel Aguirre. Karol Vilca lleva dos años con carnet vigente de operadora de grúa Morgan y es parte de su equipo.
Ser la Primera
En 1880, la joven Eloísa Díaz postuló a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, fue aceptada, se convirtió en la primera mujer en cursar estudios superiores en nuestro país y unos años después se transformaría en la primera en graduarse como médico. En 1938, Margot Duhalde tenía 17 años e hizo algo impensado al obtener su licencia como piloto civil para luego convertirse en la primera mujer piloto de guerra de Chile y servir en la Segunda Guerra Mundial en el bando de los Aliados.
Ellas son sólo dos ejemplos de pioneras en sus respectivas áreas, que se atrevieron a avanzar sobre un terreno tradicionalmente dominado por hombres y tuvieron la valentía de enfrentar todos los prejuicios de la época que les tocó vivir y dejar su huella. Pero ser la primera sigue siendo un desafío muy actual para muchas mujeres en Chile, como fue el caso de Karol Vilca.
Pese a que la cultura laboral de Codelco ha ido cambiando rápidamente en los últimos años a partir de una política abiertamente inclusiva dirigida a incrementar la participación femenina en todas las áreas de la empresa, nunca será fácil ser la primera en llegar a cumplir una función que durante tanto tiempo ha sido exclusivamente de hombres.
«Recuerdo que cuando entré al dual los comentarios de que no me correspondía estar allí iban y venían», cuenta Karol sobre sus comienzos en Codelco, «en cambio hoy se ve muy raro que un trabajador diga algo así». Lo mismo atestiguan los propios hombres que conviven con estos cambios, quienes observan que la inclusión de mujeres en las faenas mineras beneficia a todos.
«Hemos comprobado que incluir mujeres en nuestra área nos potencia como negocio gracias a sus capacidades y competencias», dice al respecto Paul Guedeney, ingeniero jefe de Convertidores en la mina. «Entregan una visión distinta de las cosas», acota.
Una labor titánica
Con sólo 23 años, Karol ha tenido que pasar por todos los filtros y entrenamientos que las duras condiciones de la labor minera imponen a los funcionarios de la Fundición de Chuquicamata. Para aprender a operar la grúa Morgan, Karen debió prepararse durante seis meses. «Cuando se presentó la oportunidad de aprender a operar esta mega estructura, la tomé sin miedo y ha sido lejos una experiencia única».
Una grúa Morgan es una máquina que, como muchos de los equipos que operan en Chuquicamata, tiene enormes proporciones y realiza una labor peligrosa y delicada.Pesa 205 toneladas y posee tres ganchos, el principal capaz de levantar hasta 100 toneladas. Su función es trasladar grandes volúmenes de material fundido, así como carga fría y equipos de gran tonelaje. Manejar esta colosal grúa no es una tarea para ser tomada a la ligera, desde luego. Requiere de entrenamiento, precisión y concentración. Durante muchos años, todas las gigantescas maquinarias de este tipo que intervienen en las diferentes divisiones de Codelco fueron comandadas, como es habitual en la minería, exclusivamente por hombres. Hasta que llegó Karol.
«Es un hito que una mujer sea parte del equipo de grueros, por la complejidad, la responsabilidad y la magnitud de la operación.», señala orgulloso Miguel Ángel Aguirre.
Respecto a sus compañeros de labores, Karol indica que «ellos destacan la diferencia, ya que una hace las cosas con más cuidado y hay más orden al interior de las cabinas», pero recuerda que también es importante estar receptiva y ser modesta. «Yo también he mostrado humildad, porque eso me ha permitido aprender de mis compañeros.»
Más mujeres, más futuro
Es un orgullo para Codelco ser una de las compañías mineras con mayor proporción de dotación femenina en Chile y Latinoamérica, pero las cifras siguen estando lejos de ser satisfactorias. Si vamos a las cifras, las mujeres representan el 9% del total de trabajadores propios de Codelco.
El ejemplo de pioneras como Karol puede ayudar a que otras mujeres se atrevan a buscar su futuro en la minería así como a demostrarle a los hombres más reacios al cambio que la llegada de mujeres al rubro implica desafíos, pero sobre todo trae justicia a las relaciones laborales y es beneficioso en muchos niveles.
«Sinceramente es un orgullo representar a las mujeres en este rubro», dice Karol, antes de enviar un mensaje: «Me gustaría decirle a todas las mujeres que quisieran entrar a trabajar a la mina que se den cuenta del peso que tenemos en las áreas de trabajo. Realmente somos un gran aporte y en este caso, a la empresa estatal de Chile».