Carmen Videla y sus recuerdos de Caletones: “En esa época eran pocas las mujeres que tenían posibilidad de trabajar”

– Sin embargo, rescata las vivencias más hermosas de sus años en el ex campamento minero.

 

Mercedes del Carmen Videla Muñoz, la “Carmencita”, no pudo terminar la educación secundaria, porque no existía esa posibilidad en el campamento minero de Caletones. La alternativa era segur estudiando en un internado o pagar pensión en Rancagua. Y el otro obstáculo era la idea machista de que “la educación no era para las mujeres; su lugar es en la casa”.
Sin embargo, a sus 72 años, Carmen entiende que ésa fue una época de pocas oportunidades para las mujeres y que ahora las cosas han cambiado. Está reconciliada y en paz con la vida.
De sus años en el campamento, rescata las vivencias más hermosas. Hija de Jorge Videla Salazar y de Mercedes Muñoz, Carmen vivió con su familia en el Colectivo Nuevo, donde dirigía los rezos y oraciones en el Mes de María. El siguiente es su testimonio.
“Estudié en la Escuela de Niñas Nº 43, hasta sexto preparatoria. Después hice 4 años en el grado vocacional con la señorita Ketty Castillo, que era mi profesora de modas.
Eran pocas las mujeres que tenían la posibilidad de trabajar (fuera de la casa). Recuerdo a Inés Rojas, que trabajaba de telefonista. La señora María Torres, telefonista de experiencia, enseñaba ese oficio a la que se interesara, pero nosotras (ella y sus hermanas) nunca fuimos porque los papás no nos daban permiso y éramos obedientes. Me acuerdo que Inés Rojas pasaba después de clases y se quedaba un rato para aprender. Yo trabajé en modas, en la casa.
Mi mamá tuvo 11 hijos, 8 mujeres y tres hombres. Ella desde temprano comenzaba a hacer las labores de casa. Nosotros entrábamos al colegio a las 8 y media; primero teníamos que ir a comprar el pan, luego preparábamos el desayuno y nos íbamos a la escuela. Regresábamos a las 12 y después entrábamos a las dos y media, para salir a las cuatro y media.
La mamá tenía que tener listo el almuerzo a las 12 en punto porque a esa hora llegaba el papá. Almorzábamos todos juntos.
Teníamos 3 dormitorios, las hermanas dormíamos de a dos en una cama; no había living. Como estábamos con los papás, encontrábamos que todo era bueno. Ahora pensamos, cómo podíamos dormir así; en una pieza había tres camas para las hermanas y ahí nos acomodábamos.
Para las mujeres, lavar la ropa era un rito. Primero se echaba a remojar la ropa con Perlina o Radiolina en una artesa, después se enjuagaba, se escobillaba y se volvía a enjuagar. Además, la ropa blanca se echaba a hervir; también se azulaba y algunas prendas se almidonaban; quedaba bonita la ropa. Después seguía el planchado.
Harto trabajo tenia mi mamá; por eso cuando fuimos creciendo teníamos que ayudar. En una ocasión, mi mamá estaba lavando, se resbaló en el lavadero y se cayó, y ella estaba embarazada. Entonces, mi hermana Inés tomó su lugar en la artesa.
Era difícil para las mujeres entrar a trabajar a la empresa (El Teniente), eran muy pocas.
No pude seguir estudiando porque mi papi decía que dónde íbamos a estudiar; tendríamos que habernos venido a Rancagua y acá con quién nos íbamos a quedar. Ahora es distinto.
Me hubiese gustado haber estudiado más, pero si no se pudo, no se dio la oportunidad y por eso no voy a estar amargada.
Los papás eran estrictos y uno obedecía no más. Siempre estoy agradecida de mis padres; mi papá siempre valoró la familia, que fuéramos unidos y honrados. Decía ‘nunca tomen nada ajeno’. Mi mami decía ‘háganle caso al papá, no sean porfiadas, si él dice que las cosas son así es por algo’.

 

 

LOS PASEOS A LA GRUTA Y “AL MAQUI”
Me acuerdo de los paseos a la gruta, donde había una imagen de la Virgen; íbamos rezar, cortábamos huille, que era una varita larga y delgada con hartas flores blanquitas, también cortábamos colas de zorro y se las poníamos a la Virgen.
Otro paseo lindo era el de ir a buscar maqui, a Colón. Ibamos caminando, temprano, almorzábamos allá, desgranábamos el maqui y lo guardábamos en tarros. Era bonito ir a buscar el maqui,
Siempre recuerdo a mis profesoras, una de ellas era Mercedes Díaz de Acuña, con ella aprendí Matemáticas. También me acuerdo de Ema Cisternas y de la directora de la escuela, la señora Ester Riquelme, que era muy tierna. No fue profesora mía, pero recuerdo a Gladys Morales, una persona simpática y amable.
Para el terremoto del 60, de los cerros caían muchas piedras y el colectivo se movía mucho. ,
En los colectivos, para el 18 de septiembre y para el año nuevo se hacían bailes. Pero nosotras escuchábamos la música no más; no nos dejaban ir.
Cuando mi hermano Jorge entró a trabajar en la empresa, con él íbamos a los bailes, nos llevaba.
En el colectivo tenían un club, ponían música los días domingo y el señor Galdámez tocaba el acordeón.
Había varios negocios en Caletones: la panadería, el de la señora Norma Ahumada y los de Tornería, Negrete y Portes, el de Anita, una señora alemana, el de Ciro y la Cantina Modelo, donde comprábamos avellanas. Y cuando íbamos al cine, uno le compraba dulces a Armandito.
Había clases sociales bien marcadas, los gringos, los empleados, los obreros. A mí eso no me afectó, siendo niña no ve las diferencias; nos juntábamos con hijas de empleados, entre ellas con Ana María Tagle.
Los gringos y sus familias vivían en la población Americana, cuando uno iba a la grita pasaba por ahí, había columpios y un pasto verde, hermoso. A veces nos columpiábamos.
En la cancha se jugaban partidos y se hacían campeonatos, La señora Carlina de Reyes nos invitaba a todos los del colectivo, a hacer barra al equipo.
Recuerdo un campeonato de los Barrios en que hicieron un zapato de seguridad grande. La reina de ese año fue Lastenia Viana, hija de un empleado.
De los amigos de Caletones recuerdo a la familia Vásquez, Mónica Madrid, Paty Olivos que vivía en La Escoria, Luz Sánchez, hija de un carabinero, el sargento Sánchez. En el campamento alto vivía Helia Canales Guzmán, íbamos juntas al colegio, es mi amiga de toda la vida.
Para ir al colegio uno se iba por la escala larga o por la escala corta. Por esta última había que dar la vuelta por el Hospital; la larga tenía poco menos de 100 peldaños y árboles por los dos lados.
En invierno, cuando nevaba uno aprovechaba de jugar en la nieve. Y a veces uno se caía. Nevaba harto. Cuando pasábamos por la escuela de hombres los chiquillos nos tiraban pelotazos de nieve. Son lindos recuerdos.
He vuelto en dos ocasiones a Caletones. Me emocioné mucho; no había nada de nada, es triste, podrían haber dejado algo, algún edificio, así como en Sewell. ¡Qué pena que hayan destruido todo el campamento!”.

 

 

 

La mujer en El Teniente

Según la historiadora Celia Baros, cuando se inició la explotación industrial de El Teniente, a comienzos de 1900, la mina no era sitio para la presencia humana, menos aún para una mujer. Sin embargo, “a bordo de las carretas, solas o confundidas entre los primitivos pobladores, un número indeterminado de mujeres arribó para trabajar en tareas domésticas”.
En las décadas siguientes aumentó la presencia femenina, pero en rol de esposas e hijas. Escaso era el número de las mujeres que trabajaban en la empresa. En 1981, 445 mujeres estaban contratadas en El Teniente, principalmente en labores de secretaria.
Durante varios años no se permitió el ingreso de la mujer a la mina, argumentando que su presencia causaba accidentes y tragedias. Las primeras geólogas que entraron debieron disfrazarse de hombre.
Entre 1989 y 1990, ingresó formalmente la profesional Alejandra Arévalo, quien en un principio fue rechazada por los mineros.
En los años siguientes la situación fue cambiando y ya no está prohibido el ingreso de mujeres a la mina.
Actualmente, según datos entregados por División El Teniente, un 4,9 por ciento de su personal corresponde a dotación femenina; porcentaje que en mina El Rajo sube a un 14%, pues se trata de una faena a cielo abierto.
Se agregó que el año pasado se inició el proceso de certificación de la Norma Chilena 3262 sobre Igualdad de Género, Conciliación de la vida laboral, familiar y personal, que establece una serie de medidas para avanzar en el tema en aspectos como, reclutamiento y selección, medidas de conciliación con la familia, infraestructura y habitabilidad, salud ocupacional, ambiente laboral, acoso laboral, entre otros. En septiembre de este año, la empresa logró la precertificación.
Asimismo, se indicó que el 20% de contratación de los últimos dos años corresponde a mujeres.

( El Rancaguino, Flor Vásquez Gómez)

 

 

Comenta esta Noticia!