Todo gerente minero enfrenta los mismos desafíos, independiente de las características físicas de las minas que debe explotar. ¿Cuáles son esos desafíos, en Chile, aquí y ahora?
En primer lugar, asegurar el cumplimiento de los programas de producción. Para 2014, la estimación de 5.830.000 ton de cobre ha sido rebajada dos veces en la respetable cifra de 240.000 ton, casi un 4% menos de lo presupuestado. ¿Por qué? Por problemas de la puesta en marcha de nuevos proyectos, mantenciones fuera de programa y conflictos laborales, entre otros factores.
Un segundo tema es la productividad y los costos. Es tan grave la situación que Chile pasó de ocupar el quinto lugar en el costo caja de la industria al puesto veintitrés entre los países productores de cobre. Si el precio del metal se hunde, como perfectamente podría suceder, muchas minas chilenas estarían en graves complicaciones. Es cierto que la principal razón es la baja en las leyes, pero poco se dice de los constantes aumentos de remuneraciones sin el necesario correlato de una mayor productividad, del encarecimiento de la energía y de un conservador staff de mandos medios que repiten rutinas y procedimientos de trabajo.
El tercer foco se concentra en mantener las mejores relaciones con las comunidades relevantes para la compañía. Los temas medioambientales, las externalidades negativas que se reflejan en el alza de precios y escasez en la zona impactada, y el imperativo de lograr un mejor reparto de los beneficios han complicado el panorama al punto que parte importante de la tarea gerencial se concentra en alcanzar la anhelada «licencia para operar» de una comunidad empoderada y exigente.
Viejos problemas, Misma receta
Este conjunto de problemas viejos y nuevos han hecho del manejo de una empresa minera una tarea cada día más desafiante. Frente a ellos sigue siendo válida la receta: un proyecto potente y atractivo con metas exigentes que constituyan más que el desarrollo de un negocio, una épica a lograr; un equipo multidisciplinario que lo interprete con eficiencia y espíritu de superación, abierto a las nuevas ideas, y un liderazgo inspirador que convoque a hacer los mayores esfuerzos y que, integrando los objetivos personales de cada trabajador con los desafíos institucionales, genere un círculo virtuoso y ganador.
( Fuente: El Mercurio )