Andrew Mackenzie: “La actividad minera con estudiada y deseada sencillez”

El director ejecutivo de la compañía minera más grande del mundo, BHP Billiton, habla sobre su nueva estrategia de gestión.

La compañía minera más valiosa del mundo está al borde de una simplificación corporativa radical, y su director ejecutivo no podría estar más feliz. A Andrew Mackenzie, CEO de BHP Billiton, le gusta la sencillez. Y mucho.

“Generalmente, si las cosas son simples pueden ser a menudo más atractivas, más bellas, en realidad. Más artísticas, si gustas” afirmó. “Hay algo muy emocional sobre eso, como también algo muy concreto”.

Mackenzie es también un científico. Y como tal, expresa, si quiere resolver un problema, lo hace simple: se vuelve soluble. “La sencillez”, aseveró, “equivale a la verdad”. Suena como el fundamento moral de una orden monástica, ¿pero funcionará también en la estrategia de gestión?

En mayo el conjunto dual de accionistas de Australia y Reino Unido votará, y probablemente aprobará, la escisión de un conjunto de activos no estratégicos en una empresa completamente separada. Dejará a BHP con menos de dos docenas de operaciones en cuatro o cinco commodities y será un proyecto decisivo para la permanencia de Mackenzie en el cargo de CEO, aunque después de sólo dos años con el trabajo, rechaza la idea de que ésta sea una culminación.

“Lo excitante… es que hemos conseguido un portafolio apropiado para BHP Billiton para hacer un real progreso distintivo… en momentos de enorme expectación” afirmó.

Mackenzie es un escocés de 58 años que se convirtió en CEO de BHP en 2013, luego de que su carrera comenzara en BP, la mayor petrolera del Reino Unido, y progresara en Rio Tinto, el rival más cercano a BHP. Hijo de un médico proveniente de una ciudad dedicada a la minería de carbón cercana a Glasgow, fue reconocido como un científico talentoso antes de ingresar a los negocios: la investigación que realizó cuando era un joven geoquímico, que le valió un premio, lo llevó a ser reconocido por la Sociedad Real del Reino Unido, su academia científica más antigua, la que lo convirtió en fellow el año pasado.

Llegó a BHP traído por su predecesor, Marius Kloppers. El sudafricano tenía una reputación de intelectual lejano e introspectivo, recordado por algunos en BHP como un edicto que prohibía la comida picante y que exigió el fin de desorden en los escritorios. Mackenzie es reconocido como una persona más sociable que Kloppers, pero tiene un entusiasmo intelectual similar. En BP y Rio Tinto estuvo estrechamente vinculado con Demos, una think-tank político británica.

Hoy, hablar de su estrategia simplificadora lo lleva rápidamente a reafirmar la salud de la democracia y el debate, y a su creencia en sociedades abiertas y libre comercio. Con Mackenzie, uno siente, los negocios no son sólo sobre contar granos.

Cambios en la industria

Relevó a Kloppers cuando se estaban produciendo cambios similares en la dirección de otras empresas mineras, en lo que llegó a ser visto como una hoguera de directores ejecutivos, encendida por la ira de los inversionistas debido a la sobreinversión y pocos retornos del sector. Mackenzie ganó US$ 8 millones en el último año financiero de BHP, la mitad de lo que recibió Kloppers en su último año en el cargo.

Durante los últimos doce meses, las acciones de la compañía han caído entre 13% y 15%, un rendimiento un poco menor que Rio, su principal rival. En una industria cada día más riesgosa por la caída de los precios de los commodities, Mackenzie y su nuevo séquito han intentado aplacar a los accionistas controlando el gasto de capital y aumentando los pagos.

La simplificación de BHP pretende contribuir con esa estrategia, al enfocarse más en la productividad de las operaciones que quedan. Mackenzie cita una observación del economista Paul Krugman: la productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo.

“Hay dos enemigos de la productividad. Una es que la gente no cree en sí misma lo suficiente, para hacer su trabajo mejor cada día. Ese es un tema motivacional” asegura Mackenzie. “La otra es como poner frenos a la gente… nosotros los agolpamos a la complejidad, que se interpone en el camino de hacer el único trabajo que realmente importa”.

Al sacar a BHP de una gama de commodities, Mackenzie se enfrenta a una visión compensatoria de que la diversificación funciona en la minería porque los altos y bajos de los commodities en particular son difíciles de predecir, una lógica que generó la combinación de BHP con Billiton en 2001.

“Cuando se formó BHP Billiton no estaba claro cuáles iban a ser los centros de altas ganancias y los centros de bajas ganancias” aseveró el CEO. “Nosotros ya avanzamos”. Pero él sigue manteniendo que BHP permanece muy diversificada, con minas de hierro, cobre y carbón, y produciendo petróleo y gas.

El precio de todos esos commodities, especialmente el carbón y el mineral de hierro, han caído por el exceso de oferta. Mackenzie admite que BHP no anticipó el alcance de esto pero afirmó que “no se puede abolir los ciclos”.

La única forma de hacer eso, afirma, sería creando carteles. “Eso sería realmente malo para el desarrollo de la economía… si aceptas la libertad, tienes que aceptar los ciclos”.

Las actividades petroleras y de carbón de BHP están en medio de un creciente debate sobre el cambio climático y presiones por la desinversión en compañías que emiten carbono. “Claro que estoy en desacuerdo con eso, pero entiendo por qué surge la presión” declara Mackenzie. “Hay un grado de frustración por encontrar el tipo correcto de gobernabilidad… de hacer las cosas bien respecto al cambio climático”. Pero al igual que muchas compañías de recursos, afirma que el carbón desempeñará un papel en el suministro energético “por muchas décadas”, especialmente en los países en desarrollo.

Ni la industria ni la sociedad están haciendo lo suficiente para averiguar si la captura y almacenamiento de carbono – un método para lidear con el gas residual de la quema de combustibles fósiles- funcionará, argumenta. “No creo que la respuesta sea mantener el carbón en la tierra porque los precios de la energía se dispararían”.

La respuesta, asegura, es poner un precio global a la polución de dióxido de carbono, que impulsará el desarrollo de las mejores maneras de reducirlo. Pero puede que no sea una respuesta que surja con la sencillez que encuentra tan atractiva.

Fuente: Diario Financiero

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