Iniciativas que usan la biotecnología para combatir los residuos de los relaves, nuevos procesos que tratan estos materiales y revolucionarias técnicas de monitoreo, están entre los proyectos que están a la cabeza para enfrentar esta problemática en Chile.
Los relaves son uno de los principales desafíos a enfrentar por la industria minera, producto de los peligros que representan para la salud de los ciudadanos y el impacto que tiene sobre el ecosistema. Aplicación de biotecnología, el desarrollo de nuevos procesos y revolucionarias técnicas de monitoreo, son las técnicas que están a la cabeza en Chile para hacer frente al problema.
Según el estudio “Situación de los Relaves Mineros en Chile” -que realizó Sernageomín-, en el país existen 740 depósitos de este tipo. Coquimbro (52,2%), Atacama (21,8%), Valparaíso (10,9%) y Antofagasta (6,4%), son las regiones en la que se distribuyen en mayor medida. Además, del total nacional, 600 son del tipo “tranque” (ver gráfico).
Alertada por esta realidad, Aguamarina -empresa fundada por la bióloga Pamela Chávez- se planteó hace algunos años la necesidad de contar con una tecnologia que permitiera obtener un relave final sólido y no fluido, como ocurre en la actualidad. De esta manera, el elemento a tratar puede ser depositado de una manera más segura. “Es clave que las mineras se hagan cargo de este desafío para su sustentabilidad, pues la licencia social y ambiental podría impedir el almacenamiento de relaves y sin ello, ellas no podrían seguir operando”, asegura Chávez.
En pocas palabras, la tecnología de Aguamarina funciona a través de un aditivo que produce la “cementación del relave”, es decir, genera un nuevo material que puede ser operado en forma similar a un cemento.
Entre otros, esto permite la compactación y, por lo tanto, optimizar el espacio de confinamiento. Esto ofrece la posibilidad de utilizar el mismo relave para generar accesos, divisiones, impermeabilización, estabilización y construcción sin la necesidad de usar otros depósitos.
Finalmente, permite aumentar el nivel de seguridad para las comunidades, debido a que como es un residuo sólido, se eliminan los riesgos de liquefacción, en otras palabras, el relave ya no podría derramarse o escaparse. “Cuando un relave no es operado en forma óptima, podría generar su infiltración, lo que contamina las aguas subterráneas. Esto ocurre cuando contenidos de iones metálicos y sales del agua permean hacia las napas subterráneas, y por otro lado, también existe el riesgo de que el confinamiento de un fluido se rompa y el fluido contaminante pueda llegar a las comunidades”, detalla Chávez.
Otra iniciativa que busca hacerse cargo de estos depósitos, es el “Programa Tecnológico de Monitoreo en línea de Depósitos de Relaves (Tranque)”, el que se desarrolló gracias a los aportes de Corfo y el Fondo de Inversión Estratégica del Ministerio de Economía, y el diseño e implementación de Fundación Chile
El Programa Tranque trabaja en desarrollar un sistema estandarizado de monitoreo y alerta temprana para depósitos de relaves, que a través de una plataforma de gestión de información, proporcione a los actores involucrados (compañías mineras, autoridades y comunidades) información de calidad, confiable y oportuna respecto al desempeño de los depósitos.
Esta herramienta supone un sistema centralizado que recibe, almacena, procesa y analiza la data recibida desde diversas fuentes en cada depósito de relave, para permitir un monitoreo constante de su desempeño y facilitar la toma de decisiones.
“En el corto plazo debemos avanzar hacia la meta mundial de cero fallas catastróficas, contar con capital humano altamente especializado y obtener la licencia social para la operación de estas instalaciones, mientras que a largo plazo debemos innovar para tener soluciones tecnológicas que eviten la generación de relaves y de otros residuos mineros masivos”, asegura Angela Oblasser, directora ejecutiva del Programa Tranque y subgerente Sustentabilidad de Fundación Chile.
Las mineras también están haciendo sus propios esfuerzos para enfrentar el problema. Ubicada en la comuna de Tierra Amarilla, la Planta Magnetita de CAP desde 2008 se encarga de este desafío a través de la recuperación del hierro desde los relaves provenientes de la mina Candelaria.
De esta manera, el material pasa por tambores de concentración magnética que atrapan el mineral. Este luego es conducido al área de molienda y concentración, donde se reduce su tamaño.
Posteriormente, se eliminan las impurezas mediante el proceso de concentración. Una vez obtenido el producto final -conteniendo sobre 66% de Fe-, este es acondicionado y enviado en forma de pulpa a través de un ducto subterráneo de 120 kilómetros de longitud, que nace en la Planta Magnetita y finaliza en el Puerto Punta Totoralillo, comuna de Caldera.(LaTercera)