El precio del cobre sigue imparable. En noviembre subió 14,64% y fue el mejor desempeño mensual desde noviembre 2016. Ahora en lo que va de diciembre, esa trayectoria no se ha detenido y este lunes cerró en US$3,47 la libra en Londres.
Dado este impulso que ha tenido el cobre, los expertos ya comienzan a anticipar nuevos máximos que el metal puede tocar hacia mediano plazo. Esto, porque aseguran que se está produciendo un cambio estructural en la economía y eso favorece al cobre.
“El cobre, considerado un buen indicador de la salud económica, se encamina a una de sus más largas rachas de ganancias mensuales desde los mínimos marcados en marzo”, sostiene Arturo Frei, gerente general de Renta4. De hecho, se ha apreciado 65,8%, “y las señales que sustentan este rally vienen del otro lado del mundo, China”, agrega.
Para el ejecutivo, las noticias positivas para los metales se han venido observando desde hace meses, y el cobre está ganando impulso dado el repunte del crecimiento de China desde mínimos de marzo. “Los PMI en el gigante asiático han demostrado estar bastante robustos desde abril y el último dato de actividad industrial se expandió a su mayor ritmo desde 2011. También se espera un dólar más débil y las expectativas de inflación global en aumento respaldan los precios del cobre en el futuro”, precisa.
Por otro lado, sostiene que el aumento de la demanda China ha visto caer los inventarios de cobre a mínimos de 2005, esto, sumado a que por el lado de la oferta muchos productores de cobre mundial todavía continúan lidiando con los efectos de la pandemia, respalda que el cobre pueda mantenerse más fuerte a partir de ahora. “Recordemos que China por sí sola representa más de la mitad de las importaciones mundiales de cobre. En lo que va del año, ya ha importado más cobre del que hizo durante todo 2019”, puntualiza.
Por todo esto, Renta4 ve que el cobre seguirá su racha alcista y buscará nuevos máximos similares al que logró en 2011, cuando tocó los US$4,60. ¿Qué elementos sustentan esta proyección? Según Frei, la inyección de liquidez que han realizado los bancos centrales para estimular la economía, las macro tendencias ligadas a una economía más verde y el nuevo orden mundial donde China jugará un rol principal. “Hay base para que haya un cambio estructural”, dice.
Sobre este último punto, el experto sostiene que “los inversionistas también están apostando por un impulso del gasto en infraestructura de energías renovables tras el plan de cinco años elaborado por China, así como las iniciativas de energía alternativa descritas por el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, quien ha prometido gastar miles de millones en energía renovable y podría convertirla en una prioridad temprana”.
¿El nuevo oro?
Frei plantea que en esta crisis se dio algo distinto a los procesos recesivos anteriores. “El oro siempre ha funcionado como activo refugio en épocas de crisis o bajo crecimiento, en cambio el cobre se frena en época de crisis, pero en esa ocasión la situación no es así, ya que ambos tienen buenas perspectivas”.
¿Y por qué ha pasado? Frei explica que tiene que ver con una condición de reserva de ambas, y que en esta coyuntura al tener tanta liquidez, los inversionistas se van a otro tipo de activos, ya que no quieren invertir sólo en dinero, sino que se mueven buscando otros activos. “Los chinos en particular que eran grandes compradores de dólares, pero ahora cada vez miran con mejores ojos el ir respaldando su propia moneda en cobre”, asevera.
Para el fisco es, sin duda, una noticia positiva. Por cada centavo de dólar extra, se recaudan unos US$24 millones adicionales. Por ejemplo, para este año, la última proyección de la Dirección de Presupuestos para el cobre lo situó en US$2,7 y el promedio actual es US$2,75 la libra. Si el precio se mantuviera en estos niveles hasta fin de año, el promedio llegaría a US$2,80 la libra, por lo que los mayores ingresos serían del orden de US$240 millones.